Cualquier día me tropiezo con el drama de la vida no comenzada y, sin poder evitarlo, me invade una gran tristeza al imaginar una madre que se ha visto obligada a abandonar a su hijo recien nacido a la deriva, en el mar inmenso, rota de dolor, alejandose entristecida y desesperanzada.
Me entristezco porque ese delfín que flota inerte, nunca vendrá a jugar con el barco, no navegará en su proa, no dará saltos de alegría junto a el; y uno, que no acaba de acostumbrase al drama eterno de la vida, ese día, ...... navega de luto.
Me entristezco porque ese delfín que flota inerte, nunca vendrá a jugar con el barco, no navegará en su proa, no dará saltos de alegría junto a el; y uno, que no acaba de acostumbrase al drama eterno de la vida, ese día, ...... navega de luto.
. . . . . y durante mucho tiempo, cada vez que veo nadando a una madre con su hijo, recuerdo aquel delfín que quedó atrás, a la deriva e inerte, y no puedo evitar un atisbo de tristeza, pero a la vez comprendo, y me alegro por ello, que de alguna manera, la vida se reinventa, continúa, que se produce tambien el milagro cotidiano de la naturaleza.
JRMéndez
1 comentario:
LA vida es prepotencia. Quiere ir siempre hacia delante, y se va, indiferente a todo, pasando por encima de los sentimientos. Cada vida es una tragedia que empieza desde el principio.
Publicar un comentario