Y mis palabras se elevan como un susurro, como frágil humo hacia la Luna que, preciosa, se ruboriza al escucharlas, me mira tímidamente y sonríe, esperando quizás que sean repetidas, que vuelvan a ser pronunciadas, volver a oírlas de nuevo tal vez; consciente de que las palabras, si se repiten, se convierten felizmente en sentimientos.
JRMéndez
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